viernes, 6 de julio de 2012

ESO NO ESTÁ EN LA BIBLIA - TERCERA PARTE

También escucho que la gente piensa cosas absurdas y, en algunos casos, malintencionadas, acerca del diezmo. Algunos pseudo-ortodoxos, por ejemplo, dicen que el diezmo es un precepto que se instauró, en su momento, sólo para los judíos o, en todo caso, que su obligación era sólo para el tiempo del antiguo testamento. Frente a lo primero, hay que decir que Abraham y Jacob diezmaron siglos antes de que el diezmo fuera instaurado en la Ley Mosaica, y aún Abel ofrendaba a Dios antes que las ofrendas estuvieran consagradas como obligación para el pueblo de Israel, lo que deslegitima el argumento de que el diezmo es sólo para judíos. Con relación a lo segundo, en tiempos de Jesús, Él mismo exhortó a los que diezmaban y ofrendaban todo lo que conseguían, pero olvidaban ayudar a los más necesitados, haciéndoles ver que era necesario que hicieran lo uno, sin dejar de hacer lo otro, con lo cual se invalida, además, otro argumento común que dice que en lugar de diezmar, es mejor darle el dinero o ayuda a los pobres. Y, para los que piensan que el diezmo no es una verdad presente, en el libro de Hebreos, es decir después que Jesús murió, resucitó y ascendió a la diestra del Padre, tres veces se menciona el diezmo como un precepto vigente. Por último, para los seguidores de los Falsos Profetas de la postmodernidad, que afirman con descaro y pretendida sapiencia, que el diezmo es un engaño, los remito, entre otros, a las palabras del profeta Malaquías, último libro del antiguo testamento, en donde claramente se desvela la verdadera razón de ser del diezmo, y a renglón seguido explico lo que Dios me enseñó al respecto.
Cuando Dios creo el universo, todo lo que existe, las maravillas de la naturaleza, los milagros que frente a nuestro ojos se pasean día a día, la diversidad de especies forestales y animales, el agua, los astros solares, los fenómenos naturales, las leyes de la física, la química, la termodinámica, etc., lo hizo antes de crear a la raza humana. La razón es muy simple: quería entregarnos un mundo maravilloso, inmejorable, sin igual, sorprendente, para que lo disfrutáramos. Todo lo hizo, para nuestro deleite. Todo lo hemos recibido de Dios: la vida, el aire para respirar, el sol, el agua, los alimentos, un planeta habitable y apto para la existencia (haciendo abstracción de los desastres que el hombre ha hecho con la Tierra), la capacidad de pensar, de sonreír, de sorprendernos, de decidir, de amar, de soñar, de sentir placer, etc.
Todo lo recibimos de Él. Todo le pertenece finalmente a Él. Todo volverá a Él. Así que, cuando Él demanda de nosotros, solamente el diez por ciento de lo que nos da, el noventa por ciento restante sigue siendo de Él. Claro, diría alguno, entonces no debería pedirnos nada, porque al final todo va a volver a Él. Y, parece tener sentido. No obstante, es la misma lógica que dice: “¿si era malo que el hombre consumiera el fruto del árbol del bien y del mal en el huerto del edén, por qué Dios lo colocó en medio del huerto?, ¿No parece un poco perverso, provocar, o “tentar” al hombre? Bueno, lo primero es aclarar que Dios no tienta a nadie, y el relato bíblico dice que quien tentó al ser humano fue la Serpiente Antigua, o diablo, o Satanás. Dios prueba los corazones, porque nos dio la libertad de elegir entre obedecerlo o no. Si Dios hubiera querido adoradores incorruptibles, habría creado seres autómatas, sin voluntad, que sólo hicieran lo que Él dijera, sin reparar, sin excusas, sin reservas, y en ese evento, creo, la historia habría sido bastante aburrida. En efecto, cuando algo o alguien hace, lo que está automáticamente programado para hacer, sin sorpresas, la cosa no tiene nada de emoción.
Pero el Dios que conozco es la persona más divertida del universo. Él se emociona y se alegra tremendamente cuando sus expectativas con el hombre se ven recompensadas, al hallar personas que están dispuestas a obedecerle cueste lo que cueste, voluntariamente. Dios, ante individuos con un corazón rendido a Él, que hacen lo que Él quiere, tiene una eternidad de bendiciones. Ese es el propósito del diezmo. Dios pide, como lo dice el profeta Malaquías, que lo probemos a Él, si no abrirá ventanas en los cielos y derramará bendiciones hasta que sobreabunden, si obedientemente ofrendamos, diezmamos, y en todo hacemos su voluntad.
Por último, aunque Dios no necesita de nosotros, porque todo le pertenece, es el dueño del oro y de la plata, todo el universo conocido lo extiende con sus manos, a través de los diezmos y ofrendas nos bendice (yo lo he podido comprobar muchísimas veces), y utiliza el fruto de nuestra obediencia para extender su reino. El que existan algunos falsos “pastores” que engañan a la gente y le sonsacan sus bienes, y aunque también hayan falsos “siervos” de Dios que utilizan la generosidad de la gente y se aprovechan de su buena fe para estafarlos, eso no nos excusa de obedecer a Dios, porque el cumplir lo que la Biblia determina, es algo entre Dios y yo, individualmente.

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