Hace un tiempo vimos con mi esposa la película Sherlock Homes.
En líneas generales me pareció que era una buena película, o digamos “se dejó
ver”. Bueno, no quiero fungir en este momento como crítico de cine, porque
después me van a decir que la película es muy mala, así que si no la han visto
aún, veanla pensando en pasar un rato agradable, sin mayores pretensiones.
En la primera escena de la película, Sherlock Homes, con su
inseparable amigo Watson, logran frustrar los propósitos malévolos de un
siniestro personaje. En medio de una lucha cuerpo a cuerpo, Homes advierte la
existencia de un objeto peligroso escondido en el traje del personaje
antagónico, le neutraliza y aquel queda finalmente a buen recaudo de las
autoridades londinenses. Bueno, una vez es vencido el enemigo, Watson le
pregunta a nuestro héroe cómo fue posible que advirtiera la existencia del
“arma”, aparentemente muy bien escondida y prácticamente invisible, a lo cual
Homes responde, más o menos: “Lo vi, porque lo busqué”.
Esa sola frase, para mí, vale la película. Increíblemente
simple, y sin embargo encierra toda una filosofía de vida. Sé, porque lo he
podido ver muchas veces, que existen verdades asombrosamente evidentes,
contundentes y claras, que sin embargo nuestra forma de aprehender
conocimientos, nuestros prejuicios, el volumen de “humana sabiduría” o toda la
basura que el mundo ha colocado en nuestra mente, no nos ha permitido
reconocer. O, tal vez, nunca supimos que era necesario, para una inteligencia
honesta, buscar si todo lo que hemos aprendido -o por lo menos algo de ello-,
en el colegio, en la universidad, en las iglesias, en Nat Geo, Discovery
Chanell, la Enciclopedia Británica, Wikipedia o el Libro Gordo de Petete,
soportaba un análisis, voy a llamarlo así, “desde cero”.
Quiero poner un ejemplo. Tiempo atrás tuve una discusión con
un par de amigos a quienes estimo muchísimo y aprecio sinceramente. Hablábamos acerca de la hiperconocida “Teoría de la
Evolución”, de la que todo el tiempo nos saturan por los canales que ya
mencioné y algunos otros, en los textos escolares, las revistas especializadas,
etc. Desde una visión cristiana discutíamos, como ya dije, si la creación
de la cual habla la Biblia ocurrió en seis días literales de 24 horas, o si más
bien esos días podían ser considerados como “eras”, para ajustarlo a las
“verdades” científicamente “comprobadas” (yo tengo mis dudas). Esto a partir de
una cita bíblica que se encuentra en la Segunda Carta escrita por el Apóstol
Pedro, en el Capítulo 3 y Versículo 18 que dice: “…para con el Señor un día es
como mil años, y mil años es como un día”, idea que también se encuentra
referida en el Salmo 90, Versículo 4: “Porque mil años delante de tus ojos son
como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche”.
Bien, como cristianos hemos aprendido que la Biblia no requiere
ser interpretada por nadie, incluso si se trata de autoridad eclesiástica
autorizada, porque el texto mismo se interpreta. Esto si nos atenemos a unos
principios fundamentales que yo resumo en dos premisas. Primero, la Biblia,
casi como cualquier otro libro, debe leerse armónicamente. Esto es, si saco un
texto de su contexto como pretexto para justificar mi posición, estoy
“interpretando” de forma distinta al Autor, lo cual no es válido. Por tanto, el
conjunto de textos que hablan sobre una materia específica, constituyen el
material canónico a considerar para establecer puntos doctrinales definitivos
acerca del tema en cuestión. Segundo, una idea traída del Derecho acerca de la
interpretación de las normas jurídicas, habla de “el espíritu” con que fue
elaborado originalmente un texto legal. Esto, aplicándolo en materia bíblica
implica que es el Espíritu Santo, autor de las Sagradas Escrituras, el
autorizado para concluir el verdadero sentido de una porción cualquiera del
Libro Sagrado. Por tanto, el camino más expedito para determinar la
interpretación correcta, es una comunión cercana e íntima, a través de la
oración, con el autor intelectual de la Biblia (Salmo 25:14 “La comunión íntima
de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto”), buscando
con verdadera “hambre” que nos sean reveladas las verdades que Él prometió
darnos a conocer (Juan 14:26 “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el
Padre enviará en mi nombre, aquel os enseñará todas las cosas, y os recordará
todas las cosas que os he dicho”).
Esto ha sido comprobado millones de veces en lo que hace
referencia a la teología central, o primer círculo concéntrico doctrinal, de la
mayoría de las denominaciones cristocéntricas en la historia del cristianismo,
cuyo fundamento de fe es estrictamente escritural y no basado en tradiciones
sin conexión con el Texto Sagrado, ni en los “escritos” de los “jerarcas de la
iglesia”.
Ahora bien, si me atengo por lo menos al sentido “contextual” de
las dos citas anteriores, yo encuentro lo siguiente. En la primera referencia
citada, Pedro está hablando acerca de la paciencia de Dios para con los que aún
no se han arrepentido, haciendo ver cómo Cristo no retarda su promesa de volver
una vez más con nosotros, sino que en su infinita misericordia espera a que
muchos más procedan al arrepentimiento, y para callar las voces de los
burladores que quieren hacer ver esa promesa como no cumplida, porque pasan los
años y pasan los años y no se hace realidad, el escritor pone de presente que
para Dios mil años o un día no hace diferencia. En el segundo texto en Salmo
90, Moisés está pidiendo a Dios que cambien los años de desolación y amargura
por años de bendición y felicidad, porque la vida se pasa como un soplo, o como
la vigilia de la noche a los ojos de Dios, y los hombres se envejecen y
flaquean sin ver aún los días buenos. Es decir, pasan años y años sin ver los
buenos tiempos, pero para Dios esos años son mucho menos que unas horas
solamente. El sentido de los dos textos, o mejor el propósito, a mi juicio, es
hacer ver cómo Dios no depende, como sí dependemos muchos de nosotros, del
tiempo Kronos, porque el tiempo Kronos es algo creado por Él, pero Él es
eterno, no se “mueve” como nosotros con el tiempo de años, meses, días y horas,
sino que se mueve en “tiempos de cumplimiento” (Kairos), en “momentos
proféticos” establecidos desde antes de la fundación del mundo. Dios no retarda
sus promesas y nunca llega tarde, no está sujeto al tiempo Kronos, que si
alguien tiene duda que fue creado por Dios, simplemente vuelva a leer Génesis
Capítulo 1.
Ahora, haciendo una lectura casi exegética de los textos
mencionados, tendríamos que decir que: "para Dios", un día es como
mil años, pero para nosotros un día son 24 horas, porque esa forma de medir el
tiempo en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses y años, fue diseñada
por Dios para nosotros. Para Él es otra historia. Es decir, desde que se empieza a hablar de periodos de
tiempo en este planeta, estamos hablando del tiempo Kronos.
De otra parte, y más allá de la discusión de si el texto bíblico
es suficiente, o si toda verdad está contenida en él, o si para un cristiano es
“legal” tener otras fuentes de revelación; esto es particularmente interesante.
En mi caso, he tenido la experiencia de corroborar algunas verdades que Dios me
ha permitido conocer en secreto, con las enseñanzas de hombres de Dios muy
respetados y conocidos en el mundo cristiano, construidas igualmente a través
de una relación de amistad con Dios. Dicho de otro modo, dos personas en puntos
distantes de la tierra, aún con coeficientes de inteligencia diferentes el uno
del otro y con prototipos o paradigmas culturales completamente distintos, pero
con el mismo libro en sus manos (Biblia), teniendo al Creador del Libro al lado
de ellos, llegarán a construir una teología similar en todos los aspectos
fundamentales, y si llegan a observarse diferencias de criterio éstas serán
marginales y no afectarán el eje central de su fe.
Volviendo a mi ejemplo, les cuento que mis amigos y yo no nos
pusimos de acuerdo entonces y el tema quedó allí. (Aquí debo decir que este no
ha sido el único tema de incompatibilidad de criterios con mis amigos, y que en
más de una ocasión Dios me ha hecho ver que mis opiniones no se ajustaban a las
verdades de Él, como si lo hacían las opiniones de mis amigos). El punto es que
hay “tanta evidencia científica” acerca de la evolución que es difícil para
muchos cristianos bien intencionados sostener algunas verdades históricamente
aceptadas por la iglesia. Claro, esas dificultades, en mi opinión, se van
desvaneciendo y van perdiendo su peso, cuando retomamos seriamente los
postulados fundamentales de la interpretación bíblica que resumidamente
expliqué.
Hace un tiempo, en una relectura del libro de Génesis, digamos
“desde cero”, fui llevado a ver una afirmación bíblica tan clara sobre el
particular, que me produjo un regocijo inocultable. Ahora, entiendo que vi esa
verdad, como lo dijo Sherlock Homes, porque la busqué. Porque quise
encontrarla. Si ese no hubiera sido mi interés, habría pasado de largo en mi
lectura como tantas otras veces. Todos conocemos en líneas generales lo que
habla la teoría de la evolución, de cómo surgieron los primeros seres
unicelulares, luego los rudimentos de la vida vegetal, seguido por especies más
“evolucionadas” de plantas, luego aparecieron los primeros organismos vivos en
el mar que “evolucionaron” a seres alados (aves), y después surgieron los
animales, según su especie y por último el hombre. Un dato curioso, que a mi
juicio ha debido hacer reír a Dios en más de una ocasión: el mismo orden en que
aparecen los seres “evolucionados” en la teoría materialista, es el orden en el
que fueron creados según el relato Bíblico escrito miles de años antes de
Darwin. Eso me hace pensar que los “sabios” de este mundo han caído en la
trampa de su propia “sabiduría”, reconociendo que aún la evidencia “científica”
sugiere pruebas de verosimilitud y precisión en el relato creacionista.
Sin embargo, ese no fue mi descubrimiento. En Génesis Capítulo
1, Versículo 11 dice: “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde,
hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto, según su género, que su
semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así”. Versículo 13: “Y fue la tarde
y la mañana el día tercero”. Versículo 16: “E hizo Dios las dos grandes
lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor
para que señorease en la noche; hizo también las estrellas”. Versículo 19: “Y
fue la tarde y la mañana el día cuarto”.
Muy bien. Los conocedores de los textos bíblicos y de la
tradición judía, saben que los días en la Biblia van de tarde a tarde. Es decir
que la expresión “la tarde y la mañana” justifica que para los judíos los días
se cuentan de seis de la tarde a seis de la tarde y no de doce de la noche a
doce de la noche como lo hace la tradición occidental. Aquí hago una pregunta
sencilla: ¿En el relato de Génesis 1 qué debe entenderse por día?, Respuesta
directa: "fue la tarde y la mañana UN DÍA". Según el relato, y
sugiero otra vez que lean todo el primer capítulo de Génesis, el tercer día (de
tarde a tarde como dije), Dios primero separa las aguas de las aguas y crea la
expansión llamada Cielos (plural), y luego, seguramente al final de la tarde
del día tercero, antes del cuarto, crea toda la vegetación terrestre. Recién
empieza el cuarto día, esto es en la tarde, crea al Sol primero y luego a la
luna y luego las estrellas (éstas últimas seguramente terminando el día, es
decir al caer la tarde y comenzando lo que podríamos llamar la primera noche
verdadera, porque antes no había sol).
Algo que resulta obvio desde siempre yo no lo había visto porque
nunca lo había buscado: Las plantas, como lo predica el conocimiento más
elemental de botánica, no pueden sobrevivir mucho tiempo sin la luz solar,
porque a partir de ella realizan la fotosíntesis, con la cual generan los
nutrientes necesarios para su supervivencia. Por tanto, si los días de la
creación fueran eras geológicas, o cada uno equivaliera como a mil años,
primero tendríamos que reacomodar la aparición del sol no en el cuarto día,
sino al comienzo del tercero o, en todo caso, simultáneamente con la aparición
de las plantas. Bien, podríamos asumir que en un comienzo las plantas
“primeras” podían sobrevivir sin luz solar y que luego fueron “evolucionando” a
formas de vida dependientes de la energía solar, pero eso no se ajusta al
sentido del texto que acabamos de transcribir porque allí nos habla de hierba
verde, es decir hierba con moléculas de clorofila (perdón si no me expreso
correctamente en términos biológicos, no soy científico) que es la que le da la
tonalidad verde y que se utiliza para el proceso fotosintético, y plantas y
árboles que dan semilla y fruto, etc., tipos claramente dependientes de la
energía solar.
A mi juicio, para un cristiano intelectualmente honesto, es
decir (no me vayan a tildar de irrespetuoso u ofensivo), un cristiano capaz de
cuestionar (si incomoda a algunos la palabra “cuestionar”, simplemente
cámbienla por la palabra “escudriñar”) absolutamente todo (como lo hacían los
judíos bereanos [Hechos 17:10-12], como lo hace el Espíritu Santo [1ª de
Corintios 2:10] y como lo “ordena” Pablo [1ª de Tesalonicenses 5:21]), forzar
el texto bíblico aquí implica una “interpretación” subjetiva de la Biblia, por
fuera del “Espíritu” que la inspiró, y con el único objetivo de acomodar la
Biblia a los preconceptos y prejuicios humanos de la “ciencia”, siendo que el
texto claramente se ve que no necesita ser interpretado. Si le creemos a la
Biblia, que los días de la creación eran días de 24 horas como los conocemos,
es entendible que el sol haya sido puesto sólo unas pocas horas después de la
creación del mundo vegetal. Lo que sí no es entendible es que Dios haya
ordenado a la tierra producir hierba verde, repito hierba con moléculas de
clorofila, para que luego esos vegetales tuvieran que esperar cientos o miles o
millones de años para usar esa clorofila. Eso ni siquiera concuerda con la
arquitectura evolucionista.
Al respecto encontré, porque lo busqué, un blog en Internet que
refiere cómo la “evolución” de la fotosíntesis, o mejor dicho la “aparición” de
los modelos fotosintéticos en el panorama materialista de la evolución, parece
ser la Gran Piedra en el Zapato del Evolucionismo, sobre lo cual aún en 2009
los “sabios” reconocen que hacen falta “muchísimos” datos para llegar siquiera
a sugerir una teoría medianamente aceptable. Al final les pongo el enlace para
los que estén interesados en el tema.
En conclusión, una verdad maravillosamente simple se
había escondido de mí hasta que la busqué. Buscando cosas en Internet, me topé
con una serie de videos de una organización internacional con sede en México
llamada Científicos Creacionistas, que para mi asombro habían llegado a la
misma conclusión que yo, varios años antes. ¡Es maravilloso el Espíritu Santo!
Bueno, esos videos cuyos enlaces coloco al final, me motivaron a escribir esto
con el objeto de invitarlos a reflexionar acerca de “descubrimientos” maravillosos escondidos en la Biblia, y que seguramente a
muchos de ustedes les han sido revelados por el Espíritu de Dios. Bendiciones.
http://www.youtube.com/watch?v=rMgfaP-FIHM
http://www.youtube.com/watch?v=LpGXpx-WRCk&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=hDynR_ATtpg&feature=related
http://sedin-notas.blogspot.com/2009/04/la-evolucion-de-la-fotosintesis-una.html
Hola Juan Carlos. Me llamo Esteban. He estado leyendo tus escritos, gracias por compartirlos, son enriquecedores.
ResponderEliminarSobre el asunto que tocas en este artículo, el de la creación de las plantas el tercer día, y la creación del sol el cuarto día, y concluir que no debió haber mucha diferencia de tiempo entre un día y otro, puesto que las plantas necesitan luz para sobrevivir, pues opino que no necesariamente. Génesis 1 dice:
3 Dijo Dios: «Sea la luz.» Y fue la luz.
4 Vio Dios que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas.
5 Llamó a la luz «día», y a las tinieblas llamó «noche». Y fue la tarde y la mañana del primer día.
Es decir, que la luz ya existía desde el primer día, con lo cual las plantas podían abastecerse de esta luz, en tanto era creado el Sol.
¿Cuanto tiempo transcurría en cada día? lo ignoro, aunque pudieron ser 24h, con mas sentido a partir de la creación del sol, ¿no crees?
Esto que te comento, lo leí en un libro creacionista hace años.
Afectuosamente.
Esteban, muchas gracias por tus comentarios. A Dios sea toda la gloria. Ahora, quería que revisaras bien el artículo, porque si te das cuenta yo no dije que las plantas necesitaban luz para sobrevivir, lo que dije es que necesitan "LUZ SOLAR". Repito que no soy experto en botánica, pero sí se que lo que hacen las plantas es transformar algunos elementos de la luz solar, o dicho de otro modo de los rayos solares, para transformarlos en nutrientes y a su vez votar oxígeno al medio.
EliminarAhora bien, mira lo interesante de lo que tú adviertes: en el primer "dia" de la creación, Dios crea la luz, pero no está hablando del sol. Entonces, preguntas, qué fue lo que creo? Respuesta: un fenómeno físico a través del cual los seres vivos que Él se dispone a crear, dotados de órganos de visión, puedan aprehender con ese sentido, el sentido de la vista, el universo creado.
Si adviertes que Dios no creó la oscuridad? Entiendes por qué? Es por que los conceptos de luz y oscuridad, físicamente hablando, sólo tienen aplicación concreta en individuos capaces de ver lo físico. Dios, en cambio, un ser eminentemente espiritual, no físico, no necesita ese fenómeno en sí. No es que Dios haya vivido antes en absoluta oscuridad. Si buscas en la Biblia te vas a encontrar con dos textos que, aunque parecen una contradicción, en realidad están hablando de cosas diferentes. Por un lado la Biblia dice que Dios es Luz, y que no hay ninguna oscuridad en Él. Sin embargo, también en otro texto dice que para Dios no hay diferencia entre la oscuridad y la luz. Eso también lo dice una canción de ROJO. Bueno, eso no es una contradicción. En un texto está hablando en términos espirituales, y en el otro está hablando en términos físicos.
Ahora, relee el artículo que escribí, buscate en Google qué es la luz, cómo es su naturaleza, cómo es que los seres con visión, valga la redundancia, ven, por qué el calendario que tenemos no es perfecto, por qué existen los años bisiestos, cómo funcionan los diferentes calendarios, o por qué nuestros días son de 24 horas.
Estoy seguro, que encontrarás argumentos mucho más completos, y mejor elaborados que estas pequeñas palabras de un inexperto en ciencia.
Un abrazo. Nuevamente gracias por tu aporte, y declaro sobre tu vida Lluvia de Bendiciones.
Ah, lo olvidaba. Esteban, Oscuridad es solamente la ausencia de luz. Esa es una frase de Albert Einstein.
EliminarChao.
Encontré un debate interesante sobre este tema. Decidí ponerlo aquí, para enriquecer. http://forocristiano.iglesia.net/showthread.php/14803-
ResponderEliminarHago aquí otra aclaración: dije que Dios no creo la oscuridad, porque lo creo así, no porque me atenga a la expresión de Albert Einstein: "La oscuridad es sólo la ausencia de luz". No obstante, es del caso reconocer que en Isaías 45:5-7 se lee:
ResponderEliminar"Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste,para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto."
Considero que en el contexto Isaías no pretende afirmar que Crear las Tinieblas obedezca a un episodio de los seis días de la creación, que no se relata claramente en Génesis, pero estaría implícito, sino que es una figura argumentativa, como cuando dice "...hago la paz y creo la adversidad". La adversidad es una situación, y no un elemento de la creación, que Dios dispone que se presente a veces en la vida de los hombres, con propósitos específicos.
No creo que sea necesario aclarar más.